Felipe y Virginia llevaban décadas sumidos en la rutina de sus trabajos. Anhelaban una vida distinta, más libre, más conectada con la naturaleza. Antes de jubilarse, tomaron la decisión más audaz de sus vidas: vender su casa, sus autos y dejar atrás la ciudad para emprender un nuevo camino en el pedemonte mendocino. Así nació “Luz del Amanecer”, su complejo de cabañas en Las Compuertas, Luján de Cuyo.
El sueño comenzó con un terreno vacío y una visión clara. Felipe y Virginia, junto con sus tres hijos, Horacio, Mónica y Victoria, trabajaron sin descanso para transformar aquel paisaje agreste en un oasis de descanso y confort. No fue fácil. Hubo días de agotamiento, de dudas, de noches sin dormir, pero la determinación de la familia nunca flaqueó. Con sus propias manos levantaron las primeras estructuras, con el conocimiento de Felipe en construccion y la ayuda del hijo mayor, comenzaron a diseñar espacios acogedores.
Con el paso de los años, el emprendimiento tomó forma. La primera cabaña fue bautizada “Tais”, en honor a Juan Pablo, el hijo de Mónica, quien de pequeño llamaba así a su tía Victoria. Luego llegó “Mohome”, una fusión de los nombres de Horacio y Mónica, un reflejo del esfuerzo conjunto. Las siguientes, “Humus” y “Selection”, fueron construidas con la ayuda de todos, fortaleciendo aún más los lazos familiares. Victoria, con su amor por los amaneceres en la montaña, le dio nombre al complejo: “Luz del Amanecer”.
El lugar creció, se embelleció y se convirtió en un refugio para aquellos que buscaban descanso en contacto con la naturaleza. Una piscina llego mas adelante, un area de juegos y un amplio prado ofrecían a los huéspedes una experiencia única en el corazón del pedemonte mendocino.
Con el tiempo, Felipe y Virginia vieron cómo su sueño se consolidaba. Sus hijos, que alguna vez corrieron entre los cimientos de las cabañas, ahora ayudaban a su padre y madre con la administracion del negocio con la misma pasión con la que ellos lo habían construido. “Luz del Amanecer” no era solo un emprendimiento, era el legado de una familia que lo dejó todo para vivir su sueño.
Y cada vez que el sol despuntaba en el horizonte de Las Compuertas, Felipe y Virginia sabían que habían tomado la mejor decisión de sus vidas.