La Cascada del Ángel, es un destino escogido por una amplia gama de visitantes: turistas, deportistas y amantes de las actividades al aire libre. Su popularidad radica en su facilidad de acceso y baja dificultad. Esta maravilla, caracterizada por su casi mágica belleza escénica y sus casi 10 metros de altura, ha emergido como una de las principales atracciones en la zona.
La Cascada del Ángel te invita a lo largo de todo el año, siendo visitada en todas las estaciones. En particular, durante los meses de verano, su magnetismo aumenta debido a las altas temperaturas, convirtiéndose en un refugio refrescante y mojarse con su agua es una especie de ritual obligado para aquellos que buscan alivio y revitalización.
Además de su accesibilidad, otra característica que resalta de la Cascada del Ángel es su origen compartido con otras dos cascadas, todas surgidas del arroyo que fluye desde Manantiales y desemboca en el majestuoso Río Mendoza. Enmarcada por una pequeña quebrada que curiosamente responde al nombre de “Quebrada del 55”, un apodo histórico con raíces en los tiempos del antiguo ferrocarril trasandino y el telégrafo.
El acceso a esta maravilla de la naturaleza se facilita a lo largo de la Ruta Nacional 7, aproximadamente a 10 kilómetros desde la entrada a Potrerillos. Sin embargo, es esencial tener en cuenta que, debido a su ubicación en terreno privado, el acceso seguro implica un costo. Para aquellos que optan por el transporte público, la empresa Andesmar ofrece servicios que conectan la ciudad de Mendoza con Uspallata y los pueblos de alta montaña. El sendero que conduce a la Cascada del Ángel Inicia con un ascenso de pendiente considerable que culmina en una pequeña cumbre, otorgando vistas panorámicas del Río Mendoza. A medida que se avanza, el camino se adentra en la quebrada junto al arroyo, culminando en los altos paredones que enmarcan la cascada.