Capilla Nuestra Sra. de la Merced – Calle Piedras La Puntilla

Esta bella capilla, ubicada al final de la pintoresca calle Piedras, fue remodelada gracias al apoyo de los vecinos y al accionar de tres mujeres guiadas por un párroco, que emprendieron un trabajo de varios años, volcado a la comunidad.

En 1762, dos padres Mercedarios compraron terrenos en esta zona para hacer chacras y construir una capilla.

Nuestra Señora de La Merced es la Patrona de los Cautivos.  Es una advocación nacida en 1218, en España, y que llegó a la Argentina en 1535.  Merced significa ” misericordia”.  Nuestra Señora de la Merced es Generala del Ejercito argentino y Patrona del Departamento de Maipú en Mendoza.

Entre los años 1850 y 1858, el padre Manuel Apolinario Vázquez (del convento de Maipú) construye la primera capilla ” en honor a nuestra Señora de las Mercedes” en el margen del Rio Seco Viamonte.  Fue inaugurada el 12 de junio de 1858. La capilla, hecha con adobes, sufrió terremotos e inundaciones, por lo que fue reconstruida cuatro veces hasta que en 1868 debió ser demolida.

El 18 de abril de 1969 fue bendecida la piedra fundamental del actual templo ubicado en calle Piedras y Viamonte. La construcción se realizó gracias al esfuerzo mancomunado de la iglesia y los vecinos de La Puntilla. El padre francés Pablo Chabanon levantó la capilla junto con vecinos del barrio.  Esta capilla fue inaugurada en 1970.

En 2006 gracias a las vecinas Chani Conalbi, Silvia Sayavedra y Silvia Hoffman, impulsadas por el padre Juan Carlos Vignoli, por aquél entonces párroco del pueblo, comenzaron a darle forma a la idea de remozarla por completo. Contaban con $50 iniciales, pero nada amilanó a estas tres mujeres. Chani fue la encargada de la imagen de la Virgen que le da el nombre a la capilla. Se cambiaron puertas, ventanas, pisos e instalación eléctrica, así lograron la ejecución del atrio.

Los murales del interior de la capilla pintados por Silvia Hoffman, son falsos frescos que cubren casi la totalidad de las paredes y sectores del techo.

La totalidad de los arcos, así como el altar, están cubiertos de estarcidos pintados al agua, que le otorgan un aspecto lavado y añejo.

 

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